Acabamos de sobrevivir el huracán “Odile”, que agraciadamente apenas nos tocó con un poco de lluvia (a diferencia de “Jimena” del 2009) pero si con vientos bastantes fuertes, lo que nos trajo olas de buena altura (se reportaron de hasta 6 metros en nuestra localidad). Los daños sufridos a la granja fueron menores, aunque se nos colapsó el acceso principal al área de la “palapa” y no vamos a poder ofrecer los recorridos guiados a la granja hasta su reparación (cosa que habrá que esperar, ya que se avecina otro huracán –“Polo”- la semana entrante.
En La Paz, Cabo San Lucas y otras comunidades de Baja California Sur se tuvieron daños significativos en casas, hoteles y comercios, así como en la infraestructura carretera, eléctrica y de suministro de agua potable (lo que nuevamente nos recuerda a “Julio” y “Jimena”, que causaron estragos en Guaymas). Les enviamos nuestros sinceros deseos de pronta recuperación a nuestros hermanos Sud Californianos.
Y aquí es donde todo termina para la mayoría de las personas: en los daños materiales y humanos (que según los reportes aún no hay que lamentar). Pero creo que la mayoría de las personas olvidan a una víctima adicional: nuestro medio ambiente.
Este pasado 16 de Octubre me fui a recorrer la playa frente a el “Club de Playa del Hotel Marinaterra”, una bella área antes conocida como “El Shangri-La”. Tiene una pequeña bahía con arrecifes rocosos, una playa semi arenosa y pedregosa y una hermosa isla cubierta de cactáceas al frente. Esta área me gusta desde la primer vez que la visité en 1988, y siempre ha tenido una fauna interesante y es buen sitio para practicar el “snorkeling”. Lo que me tocó ver en esta ocasión fue totalmente triste…
Los Daños
Lo primero que uno puede apreciar son los montones de basura variada, pero principalmente de contenedores de plástico de refrescos (PET) y de productos de limpieza, bolsas de plástico de todo tipo, calzado (entre tenis, zapatos y chanclas), llantas, pedazos de tubo de PVC, trozos de aparatos electrodomésticos (TVs, radios, VCRs, etc.)…incluso me tocó ver un par de ¡audio casets! (tenía años sin ver uno), ropa variada y accesorios (gafas de sol, gorras, moños). Y esto sin contar los elementos contaminantes que NO PODEMOS VER como serían todo tipo de químicos como derivados del petróleo y de productos de limpieza.
Realmente es triste ver este espectáculo y saber que esto sucede en parte porque las olas tienen la capacidad de destrozar lo que encuentren frente a sí, pero también porque el agua de las lluvias arrastra toda esta basura al mar. Nuestro mar y nuestras playas se han convertido en un “vertedero no oficial” de nuestra basura.
Después de ver las descomunales cantidades de basura pasamos a las inocentes víctimas de este fenómeno natural: nuestros organismos vivos. Tristemente descubrí decenas de peces de diferentes grupos, todos ellos muertos: morenas, caballitos de mar, mantarrayas, mojarras, cardenales, pargos y cochitos. Triste, pero a continuación siguieron cantidades aún mayores de invertebrados.
Los Corales de Abanicos
Estos corales típicos del Mar de Cortez son pescados para satisfacer a los turistas. Son escasos normalmente y tardan muchos años en crecer. Estos animales primitivos parecen “abanicos” de mano y por ello el nombre común que reciben. En esta ocasión encontré centenas de estos corales en la playa, y de al menos 4 especies diferentes, pero principalmente con dos especies: el “coral morado” y el “coral fuego”, siendo estos últimos de los más bellos del Golfo. Y junto con los corales encontramos otra “víctima”: la ostra perlífera “concha nácar”, que es la especie que nosotros cultivamos aquí en Guaymas.
Y es que esta especie de ostra es muy común encontrarla arriba de los corales, es de allí que viene uno de los nombres comunes de esta especie en al área: “Callo de Árbol”, ya que los pescadores saben bien que lo pueden obtener de los corales (“árboles”) y de allí obtienen el musculo aductor que se conoce como “callo”.
De entre los corales que recolecté en la playa, pude encontrar unas 15 pequeñas ostras.
Los Moluscos
Miles de moluscos murieron en esta playa. Desde caracoles – como los de cono (Conus), de turbante (Turbo), de uña o burros (Strombus)- hasta mejillones, almejas, arcas, callos de hacha y madreperlas. Sus duras conchas destrozadas por las rocas contra las que se estrellaron o con las que fueron golpeadas una y otra vez en las fuertes olas. Muchos de estos animales fueron recolectados -débiles pero vivos- por quienes pasaron más temprano por esta playa, pero para la hora en la que yo visité esa playa ya la gran mayoría de los moluscos que quedaban tenían sus conchas destrozadas. Los animales que tuvieron mejor supervivencia fueron las madreperlas, que solo tenían su concha externa totalmente pulida. Sin embargo los animales se encontraban muy dañados y no parecían tener salvación alguna. No encontré pulpos, asumo son más hábiles para escapar de las olas.
Los Echinodermos
Otro grupo que sufrió grandes pérdidas…principalmente entre las estrellas y pepinos de mar. No encontré un solo erizo o galleta de mar, pero esto puede significar que las frágiles conchas de estos organismos fueron “pulverizadas” por olas y rocas. Recolecté varias docenas de estrellas de mar de al menos 3 especies diferentes, pero la playa estaba cubierta por centenas de estas. Los pepinos de mar eran de una variedad no muy común, que se entierra en la arena.
Los Gusanos
La mayoría de las personas no sienten gusto alguno por los gusanos marinos: no son ni muy “bonitos” y algunos son francamente agresivos y causan dolor. De este grupo encontré al menos 3 especies…varios especímenes de “gusano de fuego” (una especie de poliqueto que tiene miles de cirrios (espinillas) que inyectan un dolorosísimo veneno a quien las toca. Sin embargo el grupo más numeroso fue el de los sipuncúlidos y priapúlidos (bonitos nombres)…gusanos que se entierran en la arena. Algunos de los gusanos llegaban a medir hasta 40-50 cm de largo.
Tal vez muchos de estos animales no causen más que asco a algunas personas, a otras tal vez les cause “preocupación” al meterse al mar (realmente son inofensivos) y para otras personas simplemente les sean indiferentes…pero para mi todos estos animales son valiosos y “hermosos”; estos organismos cumplen un papel muy importante en nuestro ecosistema y hacen posible el funcionamiento perfecto del Golfo de California. Si tenemos Amor por nuestro mar significa que también tenemos Amor propio y por estos animales…hagamos lo posible por NO CONTAMINAR para que nuestros mares y playas no se conviertan en vertederos o basureros, pero también hagamos lo que esté en nuestras manos para proteger a estos animales de manera directa.
Recientemente estuve en un seminario y tuvimos a una pareja de oradores espectaculares. Casi al finalizar el evento nos contaron una historia –podría ser real o ficticia, pero esto no es lo importante- que ahora quisiera compartirles:
Después de una tormenta nocturna, un hombre caminaba por la playa. El sol salía y descubría a una playa con miles de estrellas de mar que empezaban a morir por desecación. Continuó caminando hasta que se encontró con un niño que tomaba las estrellas y las regresaba al mar. Había miles y miles de estrellas, por lo que su esfuerzo parecía inútil.
El hombre se acerca al niño y le dice: “Niño, ¿acaso no ves que no vas ha hacer ninguna diferencia? ¡Son kilómetros de playa y miles de miles de estrellas!”.
El niño –aún con una estrella de mar en sus manos- se queda pensativo. Acto seguido arroja la estrella de regreso al mar y le contesta al hombre: “Pues, para las estrellas que he regresado ya hice una enorme diferencia”.
Esta historia nos trae una gran moraleja: aún cuando nuestra aportación personal se limite a no tirar basura y decirles a otros que no la tiren…¡ya estamos haciendo algo muy bueno!. Y si por alguna razón decides que puedes incluso ayudar a recolectar la basura existente entonces ¡estás haciendo algo más grande y una mayor diferencia!.
Si vas a extraer o comprar conchas o corales de los pescadores, te invito mejor a no hacerlo y que mejor recolectes lo que encuentres en las playas. Los corales, caracoles y ostras tardan muchos años en crecer y pueden llegar a desaparecer de nuestras bahías, lo que nos restaría color, diversidad y belleza.
Te invito a que seas parte de los que hacen LA DIFERENCIA y no parte de los que viven en LA INDIFERENCIA. Seamos como el niño de la moraleja.
Hasta la próxima.